Existe una íntima relación entre el buen funcionamiento del sistema digestivo y el óptimo funcionamiento del sistema inmune. Desde lo más básico, ya que la nutrición adecuada contribuye a formar los componentes de las barreras físicas, innata y adaptativa del sistema inmune. (1)

En la parte final de nuestro sistema digestivo encontramos la flora intestinal; los microorganismos que viven en esta zona cumplen muchas labores ya conocidas y cada vez se encuentra más evidencia de su papel clave en muchas otras funciones corporales.

La relación grande que existe entre la microbiota, nuestro intestino y nuestro cerebro se hace evidente cuando se hacen experimentos donde se modifica o elimina por completo esta flora (2). Estudios en ratones de laboratorio que viven en esterilidad, muestran que estos ratones tienen una personalidad diferente a los ratones que tienen una flora intestinal normal. Por ejemplo, la reacción ante el peligro o la memoria a corto plazo, dejando en evidencia que los ratones sin buena flora olvidaban objetos con los que habían tenido contacto 20 minutos antes.

La flora intestinal influencia los niveles de ansiedad y el comportamiento de los ratones (esto explicaría el porqué ciertos deseos alimenticios y cambios de ánimo se dan al cambiar de flora).

Existen muchos efectos bioquímicos, que, originándose en los intestinos, pueden afectar al sistema nervioso. Se han llegado a identificar incluso bacterias que producen neurotransmisores.

Un 90% de nuestra serotonina es producida en el intestino (gracias a Escherichia, Enterococcus, Streptococcus y Candida), el neurotransmisor GABA, que tiene efectos inhibidores cruciales para la relajación y disminución de la ansiedad es producido por Lactobacillus y Bifidobacterium (flora común de tu intestino y presentes en la mayoría de los probióticos).

E.Coli y Saccharomyces producen noradrenalina mientras que varios otros tipos de Bacillus producen dopamina. Se ha encontrado que los probióticos demuestran tanta efectividad como antidepresivos y ansiolíticos habituales (Bifidobacterium infantishad tiene un efecto antidepresivo igual al Citalopram).

Si, esas mismas bacterias que fuera de balance producen infecciones son parte crucial de tu salud psíquica.

Es evidente como cuando nos encontramos solos, tristes, deprimidos, es más fácil adquirir enfermedades o por el contrario si nuestro ánimo esta alto, el cuerpo realiza más rápidamente la recuperación de traumas y enfermedades en general.

Básicamente tenemos en nuestro intestino una pequeña fábrica de sustancias capaces de afectar nuestro sistema nervioso, y muchos otros sistemas de nuestro organismo.

En la actualidad hay cada vez más alergias: al pasto, al polvo, al frío…a todo (3), esto muestra que el sistema inmune tiene una hiperactividad y es porque el sistema inmune está anclado al sistema de inflamación.

Se puede relacionar este aumento de actividad del sistema inmune con el aumento de partos por cesárea ya que ésto afecta la microbiota de estos niños. El paso por el canal vaginal es el primer contacto con las bacterias que van a colonizar nuestro intestino (es el primer “probiótico”), la primera microbiota; esta falta de siembra de una primera microbiota adecuada conduce a permeabilidad intestinal, esto es muy grave porque el 70% del tejido inmunológico del cuerpo se aloja en el intestino y el tracto gastrointestinal y el problema es que las mucosas de los órganos están todas interconectadas entre sí (piel, cerebro, folículo piloso, pulmones), entonces al afectar la microbiota se afecta todo.

Las soluciones que se dan a estos problemas son externas: inhaladores, antibióticos, cremas, antihistamínicos, pero no se está solucionando el problema de base: nuestro sistema digestivo, nuestra microbiota.

El consumo en exceso de lácteos, toxinas, químicos industriales, azúcar, la falta de fibra soluble e insoluble, el estrés y la falta de ejercicio siguen dañando nuestro intestino y por tanto nuestro sistema neurológico y nuestro sistema inmune, cómo romper este ciclo enfermizo (4):

  • Actividad física: imprescindible en múltiples procesos, por ejemplo, para mejorar el sistema linfático y movilizar toxinas.
  • Desintoxicar los órganos que promueven una mejor digestión.
  • Consumir probióticos y prebióticos para repoblar y mejorar nuestra flora intestinal.
  • Consumir fibra soluble e insoluble para mantener una adecuada microbiota y mejorar el tránsito intestinal.
  • Suplementar los elementos que fortalecen el sistema inmune y que cada vez escasean más en nuestra dieta (como el zinc, la vitamina D, la vitamina C, entre otros)
  • Sacar de nuestra dieta el azúcar y los alimentos ultraprocesados.

BIBLIOGRAFÍA

  1. http://dx.doi.org/10.4067/s0717-75182020000500822

  2. https://www.drlarosa.com/single-post/…

  3. https://youtu.be/O5fXFNmMLNY 

  4. https://youtu.be/PZeQ_16P1FQ

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